El núcleo de la recuperación y el bienestar se encuentra en el autoconocimiento. Transformamos las palabras en agentes terapéuticos, donde la comunicación y la relación entre terapeuta y paciente permiten que las experiencias dolorosas se conviertan en verdaderos impulsores de resiliencia y valentía para afrontar y crecer en la adversidad.
El cuerpo es el auténtico puerto donde arribar y sanar. Aprendemos a habitarlo y a perder el miedo a sentirlo. La conciencia corporal es una vía para la curación, a través de la respiración, el movimiento y los sentidos.
Poder sentirnos seguros con otras personas es uno de los aspectos más importantes de la salud mental. Por eso, mi espacio de psicoterapia quiere participar para que las condiciones individuales y sociales construyan entornos seguros donde los niños y los adultos podamos crecer, prosperar y vivir.
La sinceridad necesaria para entender la historia personal y lo que de ella derivamos requiere de una relación vincular entre terapeuta y paciente. Sin ella no es posible prestar atención a la experiencia individual: los logros y las aspiraciones, los amores y desamores, los rechazos y las pérdidas, las motivaciones y los sueños rotos, los anhelos y el sufrimiento, los dolores y los olvidos y todo aquello que nos anima a sentirnos en paz y seguir viviendo.
“Cada vida es una obra de arte, creada con todos los medios disponibles”
Pierre Janet.
PROFESIONALIDAD: La psicoterapia como una verdadera experiencia emocional transformadora y la consulta un espacio de curación.
SENSIBILIDAD: Ver a cada persona como única e irrepetible adaptando la intervención terapéutica a cada persona, en función de sus necesidades, motivaciones y demandas.
BASE SEGURA: Transitamos de una base segura externa, que es la sensación de conexión con el terapeuta, hacía “la base interna segura” que contiene autosuficiencia, libertad de movimiento, estabilidad psicológica y seguridad emocional.
Sostener el dolor emocional que provoca la terapia no es fácil. Pero con la base de seguridad que aporta el terapeuta, la persona puede comprender el sufrimiento, integrar el pasado, aprender a sentir las emociones, conocer cómo funciona su cuerpo, intimar con las sensaciones corporales, perder el miedo a sentir su cuerpo, respetar sus ritmos, saber cuidarse, sentirse seguro dentro de su piel, aprender a quererse y aprender a querer a los demás.
El fundamento del trabajo terapéutico es el rescate de la alegría, el disfrute y la exploración, que es recuperar una sonrisa interior, que representa lo intemporal, que vive en nosotros, no como huésped sino como un verdadero hogar.
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Colaboración con la Sociedad Española de Medicina Psicosomática y Psicoterapia
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